Hoy en día el ritmo de vida hace que a veces no prestemos atención a nuestras necesidades personales. Cada vez más concienciados del bienestar físico aún tenemos una cuenta pendiente con el emocional.
En esta era de las pantallas y las imágenes cada vez resulta más complicado captar la atención del auditorio con una presentación o ponencia. El riesgo es caer en una presentación aburrida que todo el mundo olvidará nada más terminarla.